domingo, 19 de junio de 2011

INERCIA MENTAL: PROBLEMA DE LA EDUCACION ACTUAL

Desde épocas inmemorables, la creación de conocimiento ha sido una actividad fundamental para el avance de las ciencias. Esta creación de conocimiento consiste en descubrir, explicar y analizar hechos, acontecimientos, entre otros, a través de procesos mentales como la observación y con ella su interpretación. Esto lo estudia las ciencias que son tres: las ciencias naturales, las ciencias humanitarias y las ciencias sociales; las cuales se dictan en las instituciones educativas en todo el mundo. Estas ciencias están cargadas de teorías, métodos, metodologías, instrumentos, etc., para su estudio, las cuales han sido inculcados de generación en generación aplicando los cambios que se han dado en cada una de ellas. Pero este conocimiento provino de nosotros mismos, es decir, de los seres humanos, pero no un cualquier. Fueron personas que cometieron el delito de pensar y retar al mundo, cuestionando lo común y cotidiano. En un principio siempre es considerado loco o anormal lo expuesto, pero después de que se comprueba infinidades de veces las teorías pasan a ser leyes y después principios; esto es producto de que “los estados mentales oponen resistencia al cambio, buscan su autopreservación, son muy duraderos a través del tiempo y cambian muy lentamente.” (Martínez: 2005, 48). Simón Rodríguez, el maestro de El Libertador, expresa en su obra Sociedades Americanas lo siguiente:

Cuando una verdad llega a obtener el asentamiento de los Sabios, es sentencia, porque sólo ellos sienten bien su importancia. –Si comprende otras verdades, se llama sentencia máxima o Máxima solamente, por abreviar-. Si se cita o adelanta en apoyo de una doctrina, es proverbio. –Si es muy conocida es adagio- y cuando se hace vulgar es Refrán. (…) La verdad, en estado de refrán, pierde cuanto ganó para erigirse en sentencia porque en boca de todos no puede conservar los pensamientos que la compusieron. Sucede con las sentencias lo que con la aritmética. Cualquiera saca una cuenta, porque sabe la fórmula; pero no fue un cualquiera el que hizo la fórmula, para que saliera la cuenta>>. (Rodríguez: 1990, XXIII) (comillas y cursivas del original; negritas mías)

Esto nos hace reflexionar y darnos cuenta que el conocimiento, construido durante toda la historia, es producto de personas que se tomaron el atrevimiento de pensar diferente y hoy en día, son considerados genios de las ciencias  y se nos instruye con sus aportes al mundo; entre estos grandes pensadores se pueden destacar: Aristóteles, Descartes, Albert Einstein, Charles Darwin, Gregorio Mendel, etc.

Desde la era Moderna, los creadores de conocimiento han ido disminuyendo, por el tipo de educación implantada desde este momento. Se esta enseñando de una forma autoritaria, donde el pensamiento del estudiante se reprime sin interés de disputar o contradecir lo establecido; así lo afirma Miguel Martínez Miguélez en su obra El paradigma emergente:

Poper (1973) afirma que “la teoría domina el trabajo experimental desde su planificación inicial hasta los toques finales en el laboratorio”. En efecto, ésta nos guía para tomar decisiones sobre qué observar y en qué condiciones hacerlo, qué factores investigar y cómo controlarlos, qué errores se pueden esperar y cómo manejarlos, cómo regular un instrumento y cómo interpretar una lectura y, sobre todo, cómo interpretar los resultados finales. (Martínez: 2005, 48) (comillas y cursivas del original)

Esto es un error que nos provoca un estado mental, definida como “inercia mental”, que no es más, que la restricción de la ilimitada potencial mental que poseemos debido a los hábitos y las rutinas mentales que nos frustra en la práctica; estas rutinas mentales son producto de lo mecánico que nos hemos vuelto, sin preguntar el por qué de las cosas: “cuanto más aprendemos cómo hacer algo de una determinada manera, más difícil nos resulta después aprender a hacerlo de otra” (Martínez: 2005, 49). Hemos venido viviendo este fenómeno desde nuestra primera etapa de vida, cuando la creatividad del niño queda frustrada porque no lo dejan imaginar e innovar, sino que lo mecanizan y lo encierran en que las cosas son así por que sí. En maternal, preescolar y preparatorio, cuando a los niños aprender a los colores, diferenciar formas, etc., siempre se le indica, nunca se le da la oportunidad de que indaguen y por intuición propia descubran el mundo y se adapten individualmente al lenguaje de la sociedad, sólo orientándolos hacia el conocimiento esencial para su edad; luego en la educación básica (educación primaria y secundaria) nos enseñan cosas primordiales que según nos ayudarán más adelante para resolver obstáculos; pero no nos indica cuáles y cómo en la etapa anterior, la originalidad queda limitada. Un niño, que le refute a un profesor lo enseñado es considerado como rebelde o simplemente “el no sabe lo que dice”, ignorando el pensamiento del niño y cohibiéndolo, pasando a hacer una burla por sus compañeros. Y esto sigue manifestándose durante la educación secundaria y diversificada, donde no se motiva a pensar diferente ni a discernir de lo que se enseña, creyendo en verdades que no se han explicado porque “las cosas son como son”. Según Martínez, “la educación con espíritu dogmático y acrítico hace asimilar la técnica dominante sin preguntar por sus causas. (…)  forzar hacia un conformismo, de mutilar el pensamiento divergente, de sancionar la discrepancia aunque sea razonada, de no aceptar la oposición aunque sea lógica, de no tolerar la crítica aunque sea fundada.” (Martínez: 2005, 50).

El choque que presenta nosotros los jóvenes estudiantes con la entrada a la universidad y más en el estudio de las ciencias sociales y humanitarias, es que después de llevar trece anos de estudio reforzando la enseñaza de lo racional, es decir, cultivando el desarrollo del hemisferio izquierdo; nos cambian el panorama y nos invitan a pensar, cuestionar y construir nuestro propio conocimiento. Simón Rodríguez lo expone así: <<Es obra de misericordia enseñar al que no sabe, pero no por cumplir con ella se ha de poner a enseñar el que no sepa para sí>> (Rodríguez: 1990, XXV); <<lo nuevo debe ser otra cosa, o hacerse de otro modo que lo viejo>> (Rodríguez: 1990, XXXIV). Prácticamente nos dicen, que el conocimiento aprendido no es cierto en su totalidad y más en estos tiempos donde se están cuestionando las teorías expuestas por los grandes pensadores, al no ser consideradas netamente objetivas en su explicación.


Ya no podemos hablar de objetividad, puesto que ésta se define como la total separación entre el objeto y el sujeto (según Descartes), es decir, el sujeto no se involucra con el objeto ni emocional ni sentimental, lo cual es muy difícil conseguirlo. Lo que se puede considerar objetivo son las cifras empíricas que reflejan realidades, pero a la hora de interpretarlas lo subjetivo se refleja en las explicaciones, porque cada persona puede interpretar los números de formas diferentes, dependiendo de sus intereses. Un ejemplo de esto es el siguiente: imagínense que un grupo de estudiantes tienen por objeto de estudio una estatua, a la hora de presentar el informe sobre la investigación todas diferirán y una que otras parecidas pero expresadas en otras palabras, puesto que cada integrante del grupo se enfocara u observara en una sola parte de la estatua y cada teoría será diferente. Con esto se prueba, que la universalidad del pensamiento no existe y la subjetividad invadirá a cada persona a la hora de interpretar.


Es hora de dejar a un lado el término de objetividad, pues su uso no es el correcto y hablar de “imparcialidad”, es decir, ser críticos a la hora de realizar una investigación, tratando que nuestros ideales y políticas no influyan en el trabajo: “renunciar definitivamente al viejo concepto de ciencia como instrumento para alcanzar una verdad definitiva, y adoptar el que propuso Kant, en sentido amplio y humanista, al considerar a la ciencia como un ‘conocimiento crítico y sistemático’, concepto mucho más acorde con realidades en continuo movimiento y cambio.”(Martínez: 2005, 52).


Para vencer con esta inercia mental, es necesario tomar medidas para acabar con la enseñanza mecánica y dogmática impuesta desde la educación primaria. Simón Rodríguez aconseja que “Enseñen los Niños a ser PREGUNTONES! para que, pidiendo el POR QUÉ, de lo que se les mande hacer, se acostumbren a obedecer… a la RAZÓN! no a la AUTORIDAD, como los LIMITADOS ni a la COSTUMBRE, como los ESTUPIDOS.” (Rodríguez: 1990, 271); en palabras más amplias nos expresa:

La curiosidad es el motor del saber, y cada conocimiento en móvil para llevar a otro conocimiento… Adelanta el que yerra buscando la verdad… se atrasa el que gusta de añadir errores a errores; es disculpable el que cae en los segundos, trabajando por salir de los primeros- no lo es el que, por amor a la ignorancia, trabaja en engañarse. Oponerse, fundado de razones erróneas, es laudable por intención. Fundar oposiciones en pareceres es impertinencia, si los pareceres son propios: y ridiculez, si son ajenos>>. (Rodríguez: 1990, XXXV) (comillas y cursivas del original; negritas mías)


La educación en la actualidad debe dirigirse al desarrollo en conjunto de los dos hemisferios, tanto el izquierdo como el derecho, la parte racional y la parte intuitiva de todo ser humano, para lograr un desarrollo pleno de la mente y estimular la utilización del pensamiento, cuestionamiento y con esto la creación de conocimiento. Los educadores deben respetar las opiniones divergentes de los estudiantes y estimularlos para que indaguen y descubran por si mismos las diferentes verdades que existen referente a la realidad y a las ciencias.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:
-      Martínez Miguéle, Miguel (2005) “Dinámica de la inercia mental” en su obra El paradigma emergente Hacia una nueva teoría de la racionalidad científica. Editorial Trillas, México.
-          Rodríguez, Simón (1990) Sociedades Americanas. Biblioteca Ayacucho, Caracas.

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